sábado, 20 de julio de 2013

Curación y plenitud


Curar es hacer feliz. Te he dicho que pensases en las muchas oportunidades que has tenido de regocijarte y en las muchas que has dejado pasar. Esto es lo mismo que decirte que has rehusado sanar. Tu luz es la luz de la dicha. El resplandor no está asociado con la aflicción. La dicha suscita que uno esté completamente dispuesto a compartirla, y fomenta el impulso natural de la mente de responder cual una sola. Quienes intentan curar sin ser ellos mismos completamente dichosos, suscitan diferentes respuestas a la vez y, por consiguiente, privan a otros de la dicha de responder de todo corazón.
Para poder actuar de todo corazón tienes que ser feliz. Si el miedo y el amor no pueden coexistir, y si es imposible estar completamente atemorizado y seguir viviendo, el único estado de plenitud posible es el del amor. No existe diferencia alguna entre el amor y la dicha. Por lo tanto, el único estado de plenitud posible es el de absoluta dicha. Curar o hacer feliz es, por lo tanto, lo mismo que integrar y unificar. Por eso es por lo que no importa a qué parte de la Filiación se le ofrece la curación o qué parte la lleva a cabo. Todas las partes se benefician, y se benefician por igual.
Todo pensamiento benévolo que cualquiera de tus hermanos abrigue en cualquier parte del mundo te bendice. Deberías querer bendecirles a tu vez, como muestra de agradecimiento. No tienes que conocerlos personalmente ni ellos a ti. La luz es tan potente que irradia a través de toda la Filiación, la cual da gracias al Padre por irradiar Su dicha sobre ella. Únicamente los santos Hijos de Dios son canales dignos de Su hermosa dicha porque sólo ellos son lo suficientemente hermosos como para conservarla compartiéndola. Es imposible que un Hijo de Dios pueda amar a su prójimo de manera diferente de como se ama a sí mismo. De ahí que la plegaria del sanador sea:
Permíteme conocer a este hermano como me conozco a mí mismo.
Demos comienzo a nuestro proceso de re-despertar con unos cuantos conceptos simples:
  • Los pensamientos se expanden cuando se comparten.
  • Cuantos más creen en ellos, más poderosos se tornan.
  • Todo es una idea.
  • ¿Cómo, entonces, puede asociarse dar con perder?
Ésta es la invitación al Espíritu Santo. He dicho ya que puedo ascender hasta lo alto y hacer que el Espíritu Santo descienda hasta ti, mas sólo puedo hacer eso a instancia tuya. El Espíritu Santo se encuentra en tu mente recta, tal como se encontraba en la mía. La Biblia dice: "Que more en ti la mente que estaba en Cristo Jesús", y lo utiliza como una bendición. Se trata de la bendición de la mentalidad milagrosa. Te pide que pienses tal como yo pensé, uniéndote de este manera a mí en el modo de pensar de Cristo.
Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y en el reconocimiento de que compartir ideas es reforzarlas. No puedo olvidar mi necesidad de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo aprendido. Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. Haz que sea algo con lo que puedes contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla.
El Espíritu Santo expía en todos nosotros des-haciendo y de esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar. Mas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? Mi papel en la Expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros. Lo que enseñes es lo que aprenderás. Nunca te dejaré desamparado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios que me creó. Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando abandonas a cualquiera de tus hermanos. Tienes que aprender a verlos tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú. ¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dándole a Dios lo que es de Dios?
Cap 5 Un Curso de Milagros

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