domingo, 8 de diciembre de 2013

MI PROPIO PUNTO DE VISTA.

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El primer punto de vista fundamental desde el que puedes vivenciar cualquier situación, es el tuyo propio. Para ello debes situarte dentro de ti literalmente (no es solo una metáfora o una forma de hablar) dentro de ti no es más que una forma de ayudarte a conectar con tu punto de vista entero, con lo que hay dentro de tu cuerpo, con tus sentimientos, con tu propia responsabilidad en cada situación, … con tu mundo interior.
Conectar con uno mismo significa preguntarse (ante una situación):
  • ¿Y a mí que me parece?
  • ¿Cuál es mi opinión acerca de lo que opina esta persona?
  • ¿Cuáles son mis creencias, valores y criterios acerca de lo que aquí se plantea?
  • ¿Cuáles son mis intereses y necesidades acerca de este asunto?
  • ¿Cuáles son mis propios sentimientos, frente a los sentimientos que le pertenecen a esa otra persona?
  • ¿Cuál es aquí mi particular responsabilidad?
  • ¿Qué es lo que yo quiero decir?
Los niños pequeños son un buen ejemplo de adopción de esta perspectiva. Decimos que son egocéntricos porque todo lo observan y lo viven desde su particular interés, y aún no han desarrollado la capacidad de entender las vivencias de los demás ni de objetivizar las situaciones. Pero LOS PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE MUCHAS PERSONAS PROCEDEN DE HACER LO CONTRARIO, Y DE NO ESTAR ASÍ LO BASTANTE EN CONTACTO CONSIGO MISMAS.
Si este es tu caso, si quieres defender tus derechos y necesidades, hacerte valer, identificar tus sentimientos y responsabilidades frente a los sentimientos y responsabilidades que pertenecen a la persona de enfrente, entonces debes ser capaz de MANTENERTE EN SINTONÍA con tu propio punto de vista.
En contacto con este punto de vista propio puedes reconocer a esa persona ahí enfrente sabiendo que tiene su propio mundo interno que le pertenece, puedes relacionarte con ella sin apoderarte de sus emociones y, por tanto, sin caer en la pena que nos merma y saca de nosotros mismos, y que evita que podamos estar fuertes para ser verdaderamente útiles a esa persona, si es que pretendemos ayudarle.
Si continuas ejercitando todo esto, llegarás a darte cuenta de que … ESO QUE SUSCITA TU ENFADO NO ES EN ÚLTIMO TERMINO LO QUE LA OTRA PERSONA ESTÁ PENSANDO O DICIENDO DE TI, SINO LO QUE TÚ ESTAS PENSANDO ACERCA DE LO QUE ESA PERSONA PIENSA O DICE, LO QUE TÚ OPINAS ACERCA DE LO QUE ELLA OPINA, LO QUE EN EL FONDO TÚ CREES ACERCA DE TI MISMO EN RELACION CON LO QUE (ELLA) TE PLANTEA.
Igualmente cuando te sientes culpable (enfadado contigo mismo) o avergonzado por lo que alguien piensa o dice de ti, tu malestar procede en realidad de lo que tú estás pensando de ti, y solo en la medida en que crees que esa persona puede tener razón y en la medida en que sus ideas encajan con las tuyas, te sientes afectado. Los otros son un punto de partida para ese dolor, que por lo general sin darte cuenta tú continuas. Los demás “aprietan el gatillo” pero la bala no saldría si en tu interior no aportaras la pólvora.
Lo que otra persona piense dentro de su cerebro, sea lo que sea, nunca te puede afectar directamente. A ti sólo puede afectarte y emocionarte lo que haces en tu propio cerebro. Sólo te puede afectar la interpretación que tú tiendas a darle. La conducta de esa otra persona, de la cual ella misma es responsable, es solo el detonante para que  tú hagas dentro de tu cabeza, de manera tal vez muy automatizada e inconsciente, algo con lo que dañarte a ti mismo, y  de eso solo eres responsable tú.
Incluso más allá de esta comprensión, un gran y difícil salto madurativo consiste en llegar a darte cuenta de que cada persona que te incomoda está, potencialmente, haciéndote un favor. No se trata de que esa persona pretenda necesariamente ayudarte, sino de que tú mantengas la disposición y la habilidad para descubrir, gracias a ella, cuales son tus debilidades e inseguridades, y así poder trabajar sobre tu mejora personal. Se trata de lo que pretendes tú, no de lo que pretende el otro. Se trata de cómo “utilizas” su supuesta agresión, de como interaccionas con ella, porque aunque quizás preferirías que no se produjera, ya que el hecho es que se ha producido, resulta la opción más constructiva para ti.
“Ya que te has caído o te han tirado al suelo, no pierdas mucho tiempo en quejarte del inevitable dolor, y aprovecha para recoger algo valioso cuando te levantes”.

AUTOR: Pedro Jara Vera
LIBRO: Adicción al Pensamiento.

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